El Portafolio Mexicano, 1940
Paul Strand (1890-1976)
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El Portafolio Mexicano, 1940
Paul Strand (1890-1976)
33 x 42.3 x 2.7 cm
Encuadernación entera tipo carpeta, donde se resguarda el texto introductorio de Leo Hurwitz, acompañado de 20 impresiones en fotograbado de diferentes formatos, realizadas entre 1932 y 1934.
El fotógrafo norteamericano Paul Strand fue invitado, a inicios de los años 30 del siglo XX, por el compositor y funcionario cultural Carlos Chávez, para participar en la renovación cultural de México, la cual convocó a artistas e intelectuales nacionales y extranjeros, con el fin de implementar proyectos que fomentaran la construcción de una nueva realidad social a través de la cultura.
Miradas del Seminario de Cultura Mexicana a los Álbumes de México
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Seminario de cultura mexicana
El álbum de Paul Strand está constituido esencialmente por imágenes que pretenden mostrar aspectos de la idiosincrasia mexicana desde un punto de vista ambiental, pero también humano. Contiene también fotografías de índole propiamente artística, puesto que, además de evidenciar aspectos formales, muestran lo íntimo o inherente de personas y monumentos, lo cual hace de las fotografías obras de arte en el sentido esencial del vocablo: re-creación de la realidad. Este hecho me parece lo más sugerente, y por ello valioso, de las fotografías.
Germán Viveros
Miembro Titular
Teatro
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Seminario de cultura mexicana
Las imágenes de Strand son de una emotividad impactante. Lo espiritual y lo terreno se conjuntan en rostros y miradas, y en la hierática resignación de hombres, mujeres y niños frente a lo inescapable de su pobreza material, resalta una dignidad que el artista destaca a través de claroscuros profundos.
Herminia Pasantes
Miembro Titular
Neurociencia
Seminario de cultura mexicana
1.- Strand nos presenta un paisaje; dice que está cerca de Saltillo. Me causa nostalgia, porque soy del estado de Coahuila. Es un terreno desértico pero hermoso. Lleno de poesía de desierto. Es un paisaje que me parece muy bello, porque me recuerda mi infancia. Lo encuentro retratado en esa imagen.
3.- Hay una Virgen de San Felipe, Oaxaca. Es una imagen que posee cierta ternura. Ya de por sí las imágenes de Santa María ofrecen esa presencia cálida y cariñosa, ya que es la madre de los seres humanos. Y seguramente así la ven sus devotos en ese pueblo, principalmente en sus sufrimientos.
4.- La foto nos presenta unas mujeres que Strand dice que son de Santa Ana, Michoacán. Son de la estirpe tarasca. Llama la atención el que estén sin zapatos. Nos hacen pensar que nuestras aldeas son pueblos descalzos. Así iban, sobre todo y no hace mucho, las mujeres de esos lugares, soportando el peso de las familias, con sus rebozos, en silencio.
5.- Viene una imagen de dos hombres, del mismo pueblo. Tienen la ropa que usan los campesinos, sobre todo los indígenas. Muestran una faz adusta y curtida, por el trabajo y las penalidades. Los pueblos michoacanos son muy bellos y pintorescos; por eso mismo, fotogénicos.
6.- Aquí vemos una mujer de Pátzcuaro. Parece que está vendiendo algo. Seguramente para remediar su pobreza, la cual se asoma en las roturas y parches de su vestido. Mujeres como ésa, valientes matronas, que de manera casi milagrosa sostienen una casa y una familia. Madres que sacrifican todo para sacar a sus hijos adelante.
7.- El niño de la fotografía es de Uruapan; de esa tierra michoacana en la que sueña, pero no parece ver la posibilidad de que sus sueños se realicen. Tendrá que trabajar mucho para eso. Se ve en sus ojos soñadores, que lo impulsarán en el arduo trabajo. Por eso tiene ese gesto un tanto triste.
9.- Una mujer y un niño de Tenancingo. En ella se nota ya el paso del tiempo. En el pequeño, todo el tiempo por venir. La madre avizora el futuro, con los ojos un tanto caídos y cerrados. El muchacho mira a su madre, con un dejo de ternura, por la seguridad que ella le transmite.
11.- La fotografía que viene en seguida es la de un hombre con azadón. Es la típica herramienta del trabajo en el campo. Se ve en la cara de ese personaje la dureza del trabajo agrícola. Sus rasgos son fuertes, sus ojos se asoman al tiempo, que es el de la cosecha, con lejanía y esperanza. Su atuendo, tan pobre, llama la atención. Con todo, el hombre aguanta la faena.
12.- Viene después una representación del Calvario, esto es, de la muerte de Jesús, que el fotógrafo ubica en Pátzcuaro. En una de esas iglesias de pueblo, se da esta escena, confeccionada de modo humilde, más estilizada, a tal punto que parece ser un símbolo de una realidad más que pintarla. Es el talante artístico de nuestros pobladores.
13.- Nos encontramos ahora con un Cristo de una localidad de Oaxaca. Es una de esas representaciones de nuestros pueblos, que nos parecen demasiado desgarradoras, por toda la sangre que emana de las profundas heridas en el cuerpo de Jesús. Así es la devoción de la gente, como se ve en la actitud de la Virgen María, una madre dolorosa, representando a los seres humanos.
14.- La siguiente fotografía, se nos dice, es de un niño de Hidalgo. También campesino, con la indumentaria de esa época: camisa y calzón blancos, con el zarape que los cubre; y un sombrero típico, pero que, al tapar la cabeza, deja ver una cara llena de inocencia y de frescura, la de un niño en el mejor de los sentidos.
15.- Viene una mujer con su bebé, también de Hidalgo. La señora, seguramente la madre del infante, manifiesta una actitud de extrañeza, pero no de desconfianza. El pequeño, a su lado, porta un encantador sombrerito, que lo hace parecer un hombre chiquito. Tal vez está reposando, aunque no se ve dormido, sino contento y seguro, al lado de su mamá.
16.- En la siguiente fotografía, vemos a una niña que carga a otra, más pequeña. Es usual en los pueblos que las hijas, a veces demasiado jovencitas, cuiden a los más chicos, casi pareciendo que son sus madres en miniatura. Es como si se estuvieran preparando y entrenando para ser mamás dentro de no mucho tiempo, ya que las casan muy jóvenes.
17.- Sigue un Cristo de otra iglesia rural. Igual que los otros, demasiado herido, con una cara de enorme sufrimiento. Tal parece que los pobladores así quieren resaltar el amor y heroicidad de Jesús al entregarse al suplicio por la redención de los hombres. Es como se identifican con él, a través de sus propios dolores y amarguras.
19.- Mujer joven y niño, de Toluca. Según hemos visto, estas mujeres, ya desde muchachas, son madres. Tienen el porte de matronas, a pesar de su poca edad. Y llevan siempre, como adorno, a los hijos, que de ellas reciben casi todo, especialmente seguridad y confianza en la vida.
20.- Hay una entrada o puerta, que en nuestro caso es más bien salida. Pues aquí termina la serie de cuadros que nos presenta el fotógrafo. Entrada de un pueblo, y salida de él, también. Donde muchos soñaron con ir a lugares de mejores oportunidades, pero, igualmente, en regresar al lugar de origen, a los padres, al hogar.
Mauricio Beuchot
Miembro Titular
Filosofía
Seminario de cultura mexicana
La fotografía de Paul Strand es de tal manera impactante que es difícil olvidarla. Sus imágenes tienen una fuerza que penetra la sensibilidad del espectador. No es sólo la composición, es la mirada de un verdadero artista que sabe jugar con la luz y la sombra en los paisajes y en la arquitectura, y que nos regala en sus retratos una manera de ser, de vivir, de sentir, de sufrir de sus personajes. Como nadie retrata la soledad. Sus imágenes religiosas expresan la pesadumbre, la carga de la penitencia y el desconsuelo. Hay en ellas tormento y desventura. Sólo reinan en la atmósfera el dolor y la desdicha.
Se necesita llevar la comprensión y la empatía hacia el ser humano a flor de piel, como Strand, para “ver” dentro del ser humano, a veces, un poco de esperanza, un sueño, un alivio. Sus fotografías de México forman parte de nuestra identidad, de nuestra idiosincrasia, de nuestro espíritu. Reconozco en ellas a mi gente, lo nuestro, nuestra historia y también el cansancio y la aceptación, la soledad, el dolor, la religiosidad, la pobreza y, sobre todo, la dignidad, a pesar de todo.
3. La Virgen de San Felipe en Oaxaca. Reina en la Virgen la tristeza, el agobio. Como si Strand fuera el fotógrafo del abatimiento religioso del pueblo de México.
5. Los hombres de Santa Ana, Michoacán. El hombre a la espera de un futuro que tal vez traerá algo mejor.
7. El niño. Nos hace pensar en el porvenir que le caerá encima, la inocencia, la tranquilidad de la ignorancia.
9. Mujer y niño. En él, hay ya una vida de trabajo, poco alivio, algo de melancolía; en ella, distracción en la espera, en la vigilancia de su pequeño mundo.
11. El hombre con la azada nos permite ver lo duro de su trabajo, lo que significa cansarse bajo el sol ardiente, la esperanza de una cosecha, la tristeza del presente.
13. Crucifixión. Me pregunto ¿por qué afectó tanto a Strand el dolor de nuestro México profundo? El pan nuestro de cada día, de la resignación, de la conformidad, del desasosiego… ¿Por qué subraya el dolor, la pena?
17. Cristo con espinas. No queremos ver esa mirada ni ese dolor que la cámara de Strand nos obliga a observar. Pareciera pedir compasión ese Cristo atormentado.
19. La mujer y el niño de Tenancingo miran al infinito, posan para el observador; los vemos pensar, llenos de curiosidad en lo que ven; no se distraen, se dejan llevar, saben que son personajes que eternizará la cámara.
Silvia Molina
Miembro Titular
Literatura
El Portafolio Mexicano, 1940
El fotógrafo norteamericano Paul Strand fue invitado, a inicios de los años 30 del siglo XX, por el compositor y funcionario cultural Carlos Chávez, para participar en la renovación cultural de México, la cual convocó a artistas e intelectuales nacionales y extranjeros, con el fin de implementar proyectos que fomentaran la construcción de una nueva realidad social a través de la cultura.
En sus casi tres años mexicanos, el célebre fotógrafo norteamericano organizó ciclos de cine itinerante en pequeñas comunidades, eligiendo obras maestras de la cinematografía mundial, e inició un proyecto de producción fílmica desde la Secretaría de Educación Pública, mediante el cual sólo logró producir una película: Redes, una obra cinematográfica en la que se advierte el lenguaje visual del propio Strand mediante tomas estáticas de una gran belleza.
Sus responsabilidades profesionales le permitieron conocer diferentes comunidades en las que tuvo la oportunidad de dar curso a sus inquietudes estéticas y realizar su trabajo fotográfico. Seis años después de haber dejado nuestro país, realiza en 1940 una carpeta que reúne veinte imágenes de su estancia mexicana.
Por su técnica de impresión, sus encuadres y su claridad conceptual, The Mexican Portfolio es considerado un referente en la historia de la fotografía moderna.